Gracias al fracaso de los últimos
dos faraones, ninguno pudo honrar a sus dioses renovando su mandato. Así, los
trabajadores, campesinos y artesanos, notaban que su esfuerzo era el mismo o
mayor. De este modo, el fruto de las cosechas y artesanías les alcanzaba para
adquirir cada vez menos recursos para su subsistencia. Los esclavos se veían a
sí mismos mucho peor, pues lo que recibían era un alimento magro y cada vez
menos nutritivo, además su cobijo se encontraba más a la intemperie, o sin
techo. Pasaban hambre y frío, para ellos ya vivían dentro de una ley de la
selva. Así, el pueblo indignado quedó sumido, desahuciado, impotente e
irascible. De este modo, quienes padecían el sufrimiento eran los muchos.
La maldición por enfermedades,
como las respiratorias provocadas por el Sars-Cov; y de plagas como la sequía,
también colaboraron en ver negativamente a su gobernante. De este modo, se puso
en duda la presencia de la existencia divina, quedando el pueblo huérfano de
cuidados, por lo cual comenzaban a demandar un nuevo misticismo que los ampare.
Por su parte, los oradores sofistas de masas mientras criticaban al último
faraón, comenzaban a ofrecer a sus oyentes un salvador.
Así, la mala situación económica
de los muchos, la maldición generada por el abandono divino, y la potente influencia
de casi todos los hablantes populares, lograron poner en el centro de la
conversación a un nuevo afamado retórico, con carácter sorpresivo. De este
modo, el nuevo popular logró convertirse en el líder.
El autodenominado Moshé, resultó elegido
y vitoreado en un desempate según los ábacos, por una diferencia de once de
cada cien.
Aseguró a su pueblo, poder
liberarlos de la esclavitud.
También les prometió ser Suiza,
un paraíso que se encontraba en una tierra lejana, y que la distancia de ese
traslado, equivaldría a una demora de entre 35 y 40 años.
Para ello, les garantizó que el
cambio lo realizarían con un esfuerzo que no lo sentirían como tal, pues afirmó
a sus refugiados que quienes proveerían de sustento para ese camino, sería la
misma entidad que había provocado el sufrimiento que padecían en ese momento.
Por lo cual, a quienes habían desarrollado las funciones del estado, y ocupaban
lugares de privilegio, los acusó de casta. Por lógica, estos serían “los pocos”
que soportarían el costo del tránsito, por encontrarse en una posición de
comodidad.
Para comenzar el tránsito hacia
la tierra prometida, Moshé seleccionó a la nueva corte que lo ayudaría. Así,
primero dispuso de sor Karina como su chaty y sacerdotisa.
También incorporó algunos
cercanos que conoció en su vida terrenal pasada, para designarlos a cada uno en
sus especialidades. Así, incorporó a Esper por su místico idealismo absoluto, a
Adorn por sus habilidades sofistas lo bendijo como vocal, a Cuneolibaron por
sus relaciones con los jueces y magistrados le otorgó el cargo de visir, etc.
La actitud magnánima del líder
fue tan grande, que decidió hacer tabula rasa y sumar como comandantes
militares a sus oponentes, claro que fue a cambio de obtener su apoyo en el
desempate por el candidato menos despreciado. De este modo, la afamada
sommelier Bullric y su colaborador Petr, fueron intensamente abrazados.
Luego, el nuevo guía cuando
asciendió al ejercicio del poder, escribió en sus tablas un decreto
necesariamente urgente que provocó cientos de cambios radicales que afectaron
normas culturales y costumbres de toda la plebe. Esto ocasionó conflictos en el
Consejo de Ancianos, en los jueces y magistrados, y sobre todo en los nomarcas.
Sobre los últimos, pudo influir y convertir sencillamente a su fe, a los más
débiles espirituales como Jald. Con otros de mayor fuerza como Torre o Pullar,
continuó debatiendo la creencia del valor de la leña, la del aceite y su
relación de trueque con el de los granos de las cosechas. Con los terrenales
colectivistas, como Insfrá o Kichilo, no existió prédica ni trueque.
Por otro lado, el divino propuso
el mismo contenido del decreto, pero a través del consejo de ancianos y
nomarcas. La consecuencia de tanta tensión generada, fue la devolución del
papiro para su revisión divina.
Al tener el rechazo, y por la
urgencia en demostrar a su demanda plebeya el ajuste a los privilegiados, Moshé
comenzó a disminuir las hogazas, aceite, pescado, verduras, vestido y granos,
utilizando el argumento del cumplimiento de lo prometido. Casualmente, estos
ajustados eran los mismos sectores y nomarcas que osaron rechazar su propuesta.
Sin embargo, al mismo tiempo hizo lo mismo con toda la ciudadanía.
En el mejor de los casos, los
trabajadores comenzaron a tener que trocar sus bienes, por mucho menor relación
que cuando los adquirieron, o produjeron. De este modo, los campesinos más
florecientes primero debieron prescindir de sus granos excedentes y luego de
los acopiados, a cambio de aceite, alimentos y leña. Del mismo modo, los artesanos
se encontraban que el valor de los bienes que producían cada vez, valían menos
a la hora de adquirir otros bienes. En el caso de los esclavos, eran
directamente quienes lo comenzaban a pasar peor, pues ya les era imposible
acceder a los alimentos básicos para la subsistencia. Comenzaron a pasar
hambre.
Así, los muchos observaban las
acciones del mesías, y comenzaban a poner en duda su apoyo divino. Debido a esta
presión social y el rechazo institucional, Moshé ofreció su corazón a todos los
nomarcas, comprometiéndolos públicamente para la firma de un pacto de diez
mandamientos, similar al de una tierra lejana norteña. Esta unión solidaria,
sería por lógica en Córdoba, representativamente conocida como el corazón de mi
país.
No obstante, era tal el
desencanto generado en su pueblo, que los trabajadores comenzaron a revelarse,
manifestándose ante la autoridad, por lo que recibieron la opresión de la
sommelier y del nomarca de un puerto. Así, las organizaciones ATE (Agricultores
Trabajadores Egipto), UBA (Universidad Buenos Artesanos), UTEP (Unión
Trabajadores Especialistas de Pirámides), CGT (Comunión General Trabajadores),
UTA (Unión Trabajadores Apicultores), Etc., no fueron escuchados en sus
reclamos, sino por el contrario, resultaron violentados.
En el descontento, los muchos comenzaron
a señalar críticas, y los eruditos comenzaron a registrar las observaciones,
obtenidas en grupos enfocados cualitativamente. Obtuvieron: “los esclavos solo
mejoraron en su maltrato”, “en definitiva, quienes lo apoyaron desde un
principio, se tiraron solos al Nilo, pero arrastraron al resto. Ahora gracias a
esos seguidores nos ahogamos todos”, “Moshé no separó el agua, los esclavos más
débiles ya se hundieron, los trabajadores ya no tienen fuerza y están como los
primeros”, “ya no hay sacos de cebada que alcancen”, “los dueños del aceite
para lámparas, subieron tanto el precio, que acumularon los granos de todos”,
“quienes proveen leña para calentarnos exigen cada vez más”, “con el precio del
pescado, no puedo obtener ni vestimenta, ni verduras”, “entonces nuestra
riqueza en sacos de cebada se concentra en quienes nos proveen luz, calefacción
y alimento, mientras el pueblo padece hambre… los muchos sufren y los pocos se
enriquecen, esta casta es peor que la anterior”.
Por su parte, esta situación llevó
a reflexionar al bidente Lacla, advirtiendo la posibilidad de hechos aún más
violentos, pues dijo: “Si Moshé sigue sin escuchar y continúa reprimiendo, no
estará satisfaciendo las demandas de su pueblo. Por lo cual, si reprimió a ATE,
UTEP, y piensa hacer lo mismo con la CGT o UBA y sus semejantes, a todas estas
organizaciones se le unirán fuerzas solidarias, que también fueron maltratadas.
Me refiero a los ancianos, los maestros, los desempleados nuevos, los esclavos,
etc. La UBA y semejantes especialmente representan la educación pública, donde
asisten los aprendices de los campesinos y artesanos, es decir, es el símbolo
de la clase media trabajadora. El riego del mesías, es que se hegemonicen esas
demandas, pues él puede convertirse en la demanda”
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